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Documentos confidenciales implican al Estado en una matanza en Navarra en 1976 para evitar una “subversión” contra Juan Carlos I

Carlistas muestran su indignación ante la Guardia Civil por su inacción ante el ataque que están sufriendo por parte de individuos de extrema derecha

Rodrigo Saiz

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Documentos confidenciales implican a Manuel Fraga y a otros cargos del Gobierno de Arias Navarro en la matanza de Montejurra (Navarra) de 1976 que terminó con la muerte de dos personas y con más de 30 heridas, cuatro ellas de bala. La versión oficial sostiene que se trató de un enfrentamiento entre facciones del carlismo, sin embargo nuevos documentos desvelados por 'Diario de Navarra' prueban que desde el Estado se dio orden de ayudar a los “tradicionalistas”, ligados al franquismo, con el fin de evitar lo que consideraban una “concentración subversiva contra el Rey D. Juan Carlos”.

Se trata de una serie de documentos que implican a cargos del Gobierno en la maniobra. El primero de ellos, una carta que el gobernador civil de Navarra, José Luis Rodríguez de Gordoa, envía a Manuel Fraga (ministro de Gobernación), además de al director general de Seguridad y al de Política Interior, en la que plantea la necesidad de frenar la tradicional peregrinación que los carlistas realizaban el primer domingo de mayo a la cima de Montejurra, cima próxima a la localidad de Estella, para homenajear a los requetés muertos durante la Guerra Civil. Desde el Gobierno de Arias Navarro consideraban que esa movilización del Partido Carlista, que en 1974 había fundado, junto con el Partido Comunista, la Junta Democrática y que liderado por Carlos Hugo de Borbón–Parma se consideraba defensor del “socialismo autogestionario”, suponía una afrenta a la figura de Juan Carlos I. En la misma carta propone “actuar” sobre algunos dirigentes carlistas para lograr “una afluencia masiva de tradicionalistas que neutralizarán el peso del huguismo”.

Así, el gobernador civil propone que el Estado preste apoyo a la facción del carlismo más “tradicionalista” que se oponía a la línea progresista del partido en la que se encontraba Sixto, hermano de Carlos Hugo. En otra comunicación posterior, el director general de Seguridad sostiene: “Ha llegado el momento de que nos ocupemos de la concentración de Montejurra” y ofrece al gobernador civil de Navarra “refuerzos” para un hipotético enfrentamiento entre “tradicionalistas” y “los que quieren llevar al carlismo por las vías socialistas que ha iniciado Carlos Hugo”.

Días después, el 21 de abril, José Luis Rodríguez de Gordoa informa en una nueva carta que ha mantenido una reunión en el hotel Tres Reyes de Pamplona con los dirigentes carlistas cercanos al franquismo Sixto de Borbón y José Arturo Márquez de Prado, quienes muestran “lealtad” al rey Juan Carlos y proponen un plan para frenar la movilización “huguista”, operación a la que se llamó “Reconquista”, con la que se financió el desplazamiento de grupos de extrema derecha como los Guerrilleros de Cristo Rey, el Batallón Vasco Español, así como de la Triple A argentina o fascistas italianos.

El 9 de mayo de 1976 atacantes ultraderechistas hicieron uso de las armas en la cima de Montejurra, así como en la zona del Monasterio de Irache, en la localidad de Ayegui, cercana a Estella, matando a los carlistas Aniano Jiménez Santos y Ricardo García Pellejero y dejando heridas a más de 30 personas. Unos hechos que no se juzgaron por la ley de Amnistía de 1977. En 2003 la Audiencia Nacional reconoció a las dos personas asesinadas víctimas de terrorismo.

Informes internos de la CIA

En la misma línea que estos nuevos documentos revelados, la CIA, en un informe interno apunta también a la participación del Estado en la matanza de Montejurra y cita la tesis recogida en el libro de Gregorio Morán 'Adolfo Suárez. Historia de una ambición' de que “cada vez que Fraga planeaba un viaje algo comenzaba a pasar”.

El 9 de mayo de 1976 Fraga se encontraba en Venezuela y el informe de la CIA recoge que “la celebración carlista fue ensangrentada por un episodio oscuro en el que varios servicios de inteligencia estatales jugaron su papel trabajando con grupos terroristas de extrema derecha”.

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